Durante los días precedentes había estado diseñando una intensa jornada geocachística que llevaríamos a cabo Jose (Hagall) y quien suscribe. Consistía en un ambicioso proyecto que nos llevaría a la visita de 11 cachés al sureste de la capital, empezando en las propias afueras de esta y concluyendo en algún olivar perdido a medio camino entre Morata de Tajuña y Arganda del Rey. De esta forma, batiría mi anterior marca personal de 10 cachés visitados en un día, lo cual es complicado en la zona centro de la península, y especialmente cuando ya se cuenta con una cierta cantidad de cachés visitados, como es mi caso. Mi cuentakilómetros empezaba hoy en 309 cachés encontrados.
Puntual, como siempre, acudía Jose al punto de encuentro ya habitual para nosotros en Alonso Cano, a eso de las 8.20 AM. A esas horas todavía contábamos con un ambiente fresco tirando a frío, que recomendaba no ir muy ligero en cuanto a indumentaria se refiere, especialmente si se estaba dejando atrás un trastorno digestivo-intestinal, cuyo desarrollo se había prolongado desde hacía casi dos semanas.
El primer caché que nos disponíamos visitar GC141FR (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?wp=GC141FR&Submit6=Find) se encuentra en un pequeño reducto del ciclópeo cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, si bien, y como no podía ser de otra forma, su ubicación no estaba en ningún nicho ni lápida, sino en un elemento que formaba parte del mobiliario público o común del cementerio (por suerte, a esas horas intempestivas, no nos interceptó nadie que nos dijese, como nos había ocurrido dias atrás en el parque Juan Carlos I, que estábamos en un lugar “privado”).
Encontramos el caché rápidamente, firmamos y nos fuimos con la misma rapidez, tanta... que debido a ella tal vez y a un pequeño error de cálculo, casi mando directamente al cementerio un pequeño y esmirriado árbol que se encontraba sujeto mediante tres mástiles metálicos verdes, mientras me disponía a dar marcha atrás para salir del aparcamiento del cementerio. Sospecho que no es la primera vez que alguien impactaba contra el árbol porque, y esto no es por eximirme de la responsabilidad que me corresponde, hay que decir que estaba tan integrado en el paisaje y tan “en medio del aparcamiento”, que apenas sí se veía, y por tanto, era fácil descuidarse y chocar contra él. Por suerte para el árbol y para el coche, no hubo desperfectos visibles; tan solo, esperemos que el próximo visitante que choque contra el árbol lo enderece un poco...
Desde este caché nos fuimos al parque de Valdebernardo, GC1707J (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=9d2b36e4-4d53-4cde-a8c0-c8caccbd3e7f), que queda junto a la entrada de Faunia y el Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid. Aún era pronto, pero ya empezábamos a disfrutar de un sol, que horas más tarde sería verdaderamente radiante.
Como soy “perro viejo” en esto del geocaching y había leído logs de este caché que me hacían pensar en posibles irregularidades en cuanto a su planteamiento, decidí contactar con otro “perro viejo” del geocaching el día antes para que me aclarase en la medida de sus posibilidades, la ubicación final del tesoro, pues se trataba de un multicaché cuyas etapas intermedias no parecían ser del todo claras. Pues bien, con la inestimable ayuda de esta persona, conseguimos dar con el escondite en pocos minutos y proceder a la firma protocolaria. El parque nos gustó mucho, parece uno de esos sitios agradables que tenemos tan al alcance de la mano en Madrid, pero que no sabemos descubrir salvo que alguien nos brinde una oportunidad tan apetecible como era la de encontrar este caché.
Teníamos todavía mucho trabajo por hacer, así que nos pusimos manos a la obra y de nuevo al coche rumbo al cerro Almodóvar, GC17FRG (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=f7b2557d-4d17-49a4-a1ad-9f0f52fe3cae). Cuántas veces no habremos pasado por la A-3 en la zona de Santa Eugenia y no nos habremos fijado en el cerro testigo que queda al NE de la autovía, donde se pueden contemplar algunas antenas de comunicaciones y un vértice geodésico. Pues bien, lo bonito es subir hasta allí, y como a lo largo de mi vida en la universidad me tocó estar tres años en el Campus Sur, que era donde se cursaban los estudios de topografía, un amigo y yo ya nos quitamos la espinita de subir a este cerro (en horas lectivas, por supuesto), tan próximo a la referida escuela, en más de una ocasión, allá por 1994. Él tenía un Volkswagen Santana y yo un Talbot Horizon y creo que con ambos subimos hasta lo alto del cerro.
Emulando viejos tiempos, Jose y yo intentamos meternos con el coche por el camino por el que otrora llevaba a cabo la subida con mi amigo Emilio. Sin embargo, en esta ocasión no fue posible, por la cantidad de obras, vallas y zanjas, así como el propio mal estado del camino. He observado una degradación muy acentuada del cerro en los últimos años, lo cual me produce un inmenso desasosiego, especialmente al pensar en las posibilidades que ofrece este cerro testigo, como testigo (valga la redundancia) de la atroz evolución urbanística que ha sufrido esta zona de Madrid en tiempos recientes. Es una lástima que, sencillamente, no se haga un parque, tal como se ha hecho en otros lugares de Madrid emblemáticos. Acondicionado el lugar con paseos, fuentes, zonas de juegos y árboles, evitaría que el cerro Almodóvar siguiese en su línea de deterioro más que notable.
A nosotros nos tocó subir el cerro a patita por el camino más corto que, también era el de mayor pendiente. Hubo algún tramo algo escabroso, pero nada que no pudiéramos superar conectando el sistema de tracción a las cinco patas (y por favor, que nadie piense mal).
El caché estaba donde todo el mundo diría que tenía que estar, así que nosotros quedamos encantados, por lo rápido que lo encontramos... tanto como esperábamos. Firmamos y nos fuimos no sin antes subir unos metros más hasta la mesa del cerro y hacer algunas fotos que encajaron a la perfección en una bonita panorámica.
Tras ello, volvimos a la A-3 rumbo a Rivas-Vaciamadrid para explorar otro cerro testigo, en esta ocasión, el del Telégrafo, GC1837P (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=27128f9e-7abb-4e23-8c56-40b30360d1eb). El autor de este caché nos brindaba la posibilidad de llevar a cabo una visita guiada por el cerro, de unos 2 km, tomando una serie de datos que nos permitieran determinar la ubicación final del tesoro, al tiempo que disfrutábamos de unas vistas privilegiadas y a veces escalofriantes (ver fotos), en una mañana en la que ya no apetecía llevar chaqueta.
Una de las cosas que más me gusta del geocaching es la navegación de punto a punto. Es fantástico encontrar gracia en el juego incluso en los desplazamientos intermedios entre caché y caché, sobre todo si requiere atravesar una ciudad casi tan grande como Nueva York, en este caso Rivas-Vaciamadrid. Probablemente, la ciudad neoyorquina no se haya expandido tanto en tan poco tiempo; no en vano, Rivas ostenta el título de ser la ciudad europea que más ha crecido en menos tiempo.
Pues bien, utilizando la cartografía vectorial de los dos “garmines” que llevábamos era una gozada moverse por esas calles, todas iguales, de una macrourbanización totalmente desconocida para mí. Llegamos al punto inicial, aparcamos y nos fuimos al segundo punto, que era donde pensábamos que teníamos que tomar el primer dato. Sin embargo, al llegar allí nos dimos cuenta que el primer dato realmente eran dos datos y se tenían que tomar junto al punto donde estaba aparcado el coche... un error de principiantes. Menos mal que solo tuvimos que desandar 200 m.
Fuimos resolviendo todas las variables satisfactoriamente, salvo una en la que la mente del ingeniero se empeñó en complicar las cosas y nos produjo ciertas dudas, que luego se deshicieron por lógica al efectuar los cálculos finales. Hay que decir que el planteamiento de este caché es exquisito, y el autor del mismo ha debido poner un gran esfuerzo en su cuidada realización. Encontrado el caché, firmado y llevado a cabo el protocolario intercambio, nos dirigimos nuevamente al coche porque aunque llevábamos ya cuatro cachés, lo cual empezaba a ser una cifra respetable, todavía nos quedaban otros siete más, y esta ya era una cifra exagerada como para andarse divagando sin tener claro qué hacer en cada momento. No obstante, las cosas habían ido bien hasta ahora, e igualmente, íbamos bien de tiempo.
Nuestra siguiente parada estaba en la “catedral” que Justo Gallego está construyendo en Mejorada del Campo. Esta monumental obra requería un caché y por suerte, alguien también pensó lo mismo y llevó a cabo su materialización, GC12J0B (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=47b67647-9aaf-44bd-ba42-8f8d72669d8b). A diferencia de lo que pensaba antes de conocer el lugar, me imaginaba que la catedral se ubicaría a las afueras del pueblo, o bien, en mitad del campo, pero mi asombro (y parte de él ya tuvo lugar en las jornadas precedentes mientras planificaba esta excursión), se debía a que la catedral está en el propio casco de Mejorada, rodeada de viviendas.
No vimos a Justo, pero sí pudimos entrar y resolver las variables que necesitábamos, mientras unos chicos jóvenes trabajaban en la obra transportando material en unas carretillas. El edificio es espectacular y creo que muy digno de ver, se entienda o no de arquitectura, y se sea o no religioso. Dispone incluso de un claustro en el centro del cual hay un monolito que tuvimos que observar.
Sinceramente no creo que veamos terminada esta faraónica obra, al menos a corto o medio plazo, pero quién sabe... cualquier monumento de estas características grandiosas lleva décadas y décadas de trabajo, y si solo son algunas las personas que de forma parcialmente desinteresada se dedican a su construcción, puede llevar cientos de años su conclusión.
Una vez resueltas las variables nos dirigimos con el coche hasta el lugar cercano (a unos 2 km por calles, pero solo 0,5 en línea recta), donde estaba escondido el tesoro, junto a una torre de alta tensión. Antes de llegar a este punto, que está en un polígono industrial, dejamos junto al lugar donde aparcamos a la guardia civil de tráfico que estaba despachándose a gusto con una “fregoneta” ocupada por varios individuos de etnia gitana. Me imagino que les estarían tratando de convencer de las ventajas e inconvenientes que tiene contar con un seguro del automóvil y de lo arriesgado que puede ser transportar a los “churumbeles” cogidos en los brazos de su madre, sin la correspondiente fijación apropiada a su reducido tamaño.
Pues bien, la guardia civil a 60 m del caché, y nosotros dando vueltas a la torreta de electricidad pensando que el tesoro estaría en algún hueco de su estructura (cada día somos más pardillos... ¡o queremos morir electrocutados!, y es que yo creo que tanta tecnología nos acaba aborregando y neutralizando la zona del cerebro que se dedica al pensamiento). ¡Quién en su sano juicio escondería un caché en una torre de alta tensión? ¡Y quién iba a aprobar la publicación de este caché?
Aunque ahora que lo recuerdo, me viene a la memoria el caso de un caché en el parque regional del sureste, que sí está ubicado en una torre de electricidad, si bien, no parece que sea de alta tensión (lo cual tampoco sé si es gran consuelo... pues casi prefiero morir instantáneamente que carbonizarme poco a poco).
Más surrealista que estos pensamientos improductivos era la imagen de los dos geocachers desde la posición donde estaba la guardia civil. Uno de ellos se dedicaba a lanzar al aire un muñeco con una bolsa a modo de paracaídas, para comprobar que su mecanismo funcionaba correctamente, mientras el otro manipulaba una serie de objetos que se encontraban dentro de una caja sospechosa que estaba oculta por piedras. Casi parece un milagro que los agentes del orden no dejasen tranquilos a los gitanillos y vinieran a investigar qué demonios estábamos haciendo.
Desde Mejorada hasta Velilla de San Antonio no hay más que un paso, pero por si acaso se alargaba el viaje, decidimos llevarlo a cabo en coche. Ahora llegaba el momento 4x4 del día. El siguiente caché, el 6º y 315 de mi total, era GC17YD1 (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=db59ed4b-7457-4d9f-9318-28405e0a68bb), junto al lugar conocido como Soto del Grillo. Este caché está ubicado junto a una laguna en la que antes debió de existir una gravera. Hasta la misma se accede por una pista de tierra perfectamente conservada que parte de Velilla y que da acceso a algunas casas de campo aisladas y otras explotaciones ganaderas que hay por la zona. La última parte del camino es algo más inapropiada para un turismo normal, pero eligiendo con cuidado dónde se pisa, es posible llegar hasta la laguna sin mayores problemas, especialmente, si el terreno está seco. Imagino que en época de lluvias debe de haber barrizales de bigotes en estas planicies.
El sitio donde se ubica el caché es sumamente tranquilo. Desde allí hay una privilegiada vista de la ermita del Cristo de Rivas, que se asienta sobre el convento de los Mercedarios Descalzos, de estilo herreriano y que estaba construido sobre la antigua ermita dedicada a Santa Cecilia (s. XIII), hoy conocida como ermita del Cristo de Rivas. Esto se debe a que el duque de Rivas del Jarama trasladó allí la imagen del Cristo de los Afligidos, que fue destruido en la guerra civil y sustituido por otro semejante.
Junto a la ermita habíamos pasado antes de llegar a Mejorada, viniendo desde Rivas-Vaciamadrid. Se me olvidaba decir que justo antes de la ermita se pasa junto a Ribas del Jarama, que otrora fue un núcleo de población como otro cualquiera y del que ya no quedan salvo restos (en 1954 el término municipal de Ribas del Jarama y Rivas-Vaciamadrid se fundieron en uno).
Una vez encontrado el caché, que nos sorprendió por su tamaño mayor de lo normal y por la cantidad de cosas interesantes que albergaba (así da gusto el juego), procedimos a firmar e intercambiar, y sin más dilaciones, dirigirnos hacia el siguiente caché del parque.
Como el lugar dispone de una red de caminos limitada, que habíamos estudiado con detalle antes, fue necesario planificar con una ortofoto la estrategia a seguir para minimizar los recorridos a pie. La planificación es un ingrediente fundamental en este juego. Sin embargo, una barrera con la que no contábamos, en mitad del camino conocido como “particular de Corsini” nos impidió llevar el coche al punto concreto donde pensábamos dejarlo, sin que ello, por otro lado, supusiera grave trastorno para nuestros planes. Así que aparcamos y echamos a andar por un camino que tenía indicaciones de “prohibido el paso”, pero a las que no prestamos mayor importancia, pues no llegamos a tener la sensación de que ese camino fuera realmente privado, y en cualquier caso, no vimos nadie por la zona, que nos mostrara las escrituras de propiedad del referido camino.
El siguiente caché que vimos, GC17YCN (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=e6b175fc-f94b-4c6b-bcd9-ec91af88df4a) se encontraba al norte de las lagunas del Raso que, como la anterior, son fruto de antiguas graveras. Por lo distante del caché a las lagunas y por la gran cantidad de vegetación ripárea, así como lo ultraplano de la zona (aquí casi habría que hablar de microtopografía del relieve), no llegamos a ver el agua relativamente cerca y tampoco entendimos muy bien porqué se ubicó allí el caché y no en una zona más próxima al borde de la laguna.
En cualquier caso, la ubicación del caché hizo que este fuera fácil de encontrar, y cuando lo abrimos, nos recibieron un montón de cables que estaban cuidadosamente recogidos en correspondientes bolsitas de congelación. Así, casi se podía decir que este era un caché temático de cables. La verdad es que da gusto encontrarse cachés como los que Marino y Silvia han dispuesto en esta área del parque.
Siguiendo con nuestra estrategia de minimizar recorridos, nos encaminamos ahora hacia la margen del río Jarama, para buscar GC17YCV (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=ad02ebad-303e-4abd-a7a6-85575c7acdff). Este caché tuvo una ubicación inicial en la que ya no estaba desde hacía algunos meses. No obstante, como el referido lugar se encontraba de camino en nuestro viaje hacia su nueva ubicación, decidimos acercarnos para ver dónde se escondió por primera vez. Se trataba de un amontonamiento de cantos rodados que rodeaban un árbol de cierto porte (cuando alguien habla de “cierto algo”, siempre le asaltan las dudas de saber a qué demonios se refiere con lo de “cierto”, pero sea como fuere, es una palabra que suele quedar bien, ¿o no?). ¡¡El caso es que era un árbol muy tocho!!
Unos 300 m más adelante llegamos al lugar donde estaba el nuevo escondite: un pequeño apartadero que se dirige hacia el Jarama y cuyas coordenadas te envían casi directamente al río, teniendo que atravesar un tupido zarzal. Como los visitantes anteriores no lo habían encontrado y el sentido común nos indicaba que nadie en su sano juicio podía haber escondido un caché en semejante lugar, sin más demoras decidimos utilizar el comodín de la llamada y ponernos en contacto directamente con su propietario, quien nos dio unas indicaciones precisas de la ubicación del escondite. Hay que decir que las coordenadas discrepaban 12 m de las publicadas en el sitio web. Esta diferencia podía ser admisible si se tenía en cuenta el eximente de que la zona estaba ocupada por densa arboleda que apenas dejaban resquicios de cielo por donde captar una señal mínimamente razonable.
Ahora bien, tanto Jose con su Vista C como yo con el HCX decidimos tomar una medida de la posición del punto del caché durante algo más de 10 minutos y ambos obtuvimos exactamente el mismo valor final, a pesar de que los receptores fueron mostrando distintas indicaciones no coincidentes entre sí a lo largo del proceso de medida.
Tal vez unas coordenadas más precisas, pero sobre todo, una foto spoiler hagan de este caché algo más sencillo de buscar, pues su ubicación no es del todo convencional, al encontrarse dentro de un profundo agujero que en otro tiempo tuvo que hacer las veces de madriguera. En estos casos, el garrote excarcelador de cachés, ya clásico, es una herramienta fundamental del jugador.
Sea como fuere y problemas aparte, conseguimos dar con otro de los generosos tuppers que Marino ha dispuesto por el parque, y ello fue motivo reconfortante para seguir algo más de 1 km hasta el último caché de esta serie.
Concretamente ahora buscábamos GC17YCY (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=60232195-80be-451e-92d4-3dad3f6d7ac6), que se hallaba al norte del camino de Corsini y al sur del primero de los cachés de la serie. Cuando llegamos al lugar donde nos indicaba el GPS, nos llevamos las manos a la cabeza, pues aquel berenjenal de piedras era un auténtico mar de cantos rodados donde el caché podía estar escondido en casi cualquier parte.
Así que antes de que cundiera el desánimo, unos con garrote y otros con artefactos al uso, cuales tejas, nos dispusimos a remover casi uno por uno todos los bolos hasta que finalmente, cundió el desánimo y tras casi media hora de búsqueda infructuosa, decidimos llamar nuevamente a Marino. En esta ocasión su ayuda no fue tan determinante como en el caso anterior, pero sea como fuere, nos ayudó a limitar la búsqueda a una zona topográficamente más reducida, en la que tras unos pocos minutos finalmente encontramos el caché, muy oculto en un lecho de piedras, donde, de no remover una a una todas las del entorno, es muy difícil, por no decir imposible, percibir su presencia.
Firmamos y nos dirigimos hacia el coche, donde almorzamos (los que no lo habían hecho hasta ahora...) de forma frugal y campestre. ¿Qué más se puede pedir para ser feliz? A esa hora ya teníamos unos primaverales 19 o 20ºC, que nos hacían pensar que aunque aún nos encontrábamos en pleno invierno, los rigores del mismo (que este año apenas sí hemos padecido), quedaban ya relativamente alejados.
Llevábamos ya nueve cachés en un tiempo record y aun nos quedaban dos más para rematar esta jornada histórica del geocaching.
Al llegar a las proximidades del entronque entre las M-300 y la A-3 nos despistamos, pues existe un tramo de carretera nuevo que no constaba en la cartografía con que contábamos, y sin darnos cuenta, íbamos por la M-506, así que decidimos cambiar sobre la marcha el orden de la visita de los dos últimos cachés del día.
Íbamos ahora al PK 37 de la M-506, donde pretendíamos visitar GC15C33 (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=569b8b65-da1f-4799-b3c7-0c6669de16e4). Este caché se encuentra en el entorno de un puente que otrora cruzaba el Jarama, pero no llegó a resistir una riada en 1947, cuando solo contaba con 21 añitos de edad. Parece que el Jarama no consiente que le cubran con puentes y de hecho, el actual que lo sustituye tiene los cimientos notablemente al descubierto debido a la erosión fluvial en este punto.
La búsqueda del caché fue caótica. Nos obcecamos en rastrear insistentemente el punto 0, hasta que al final triunfó el sentido común, o mejor dicho, lo poco que aún nos queda de él, y decidí buscar el caché donde la lógica imponía... y no digo más porque si no desvelaría tal vez el secreto que su propietario desea guardar respecto al escondite.
En este caché encontré dos objetos especialmente útiles para mí, así que no dudé en tomarlos, dejando a cambio otros dos objetos que espero sean al menos de similar utilidad para otro jugador.
Y tras despedirnos de lo que quedaba del puente, nos dirigimos finalmente a Morata de Tajuña, donde tomaríamos la M-313 hacia Arganda del Rey con objeto de visitar el 11º y último caché del día: GC13KMA (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=67d3ca76-06bb-449a-a313-7162d0e0fd19). Nadie sabe muy bien porqué está este caché aquí. Ante las reiteradas preguntas que se han planteado en el sitio web del caché, su dueño no ha mostrado respuesta hasta ahora. Por suerte, había planeado cuidadosamente el acceso al caché por caminos mediante las correspondientes ortofotos, y aunque el firme no estaba bien en general, pudimos aproximarnos hasta unos 300 m del caché, dejando el coche aparcado en mitad de los olivares en los que se encuentra inmerso el caché.
Posteriormente, y ya llegando al caché, vimos huellas de un turismo normal y nos asaltaron entonces las dudas de por dónde demonios se habría metido aquella persona, pues evidentemente por el ancho del neumático no se trataba de un 4x4 ni mucho menos... sino más bien de un R-4!!
Al llegar al caché nos encontramos el típico ejemplo de caché en el que se ceba la dejadez: contenido execrable, falta de libreta de registro, tapa rota, etc. En la medida de mis posibilidades, contribuí a mejorar sus condiciones dejando una libreta de registro, material de escritura y un CD y un cassette de audio para ambientar un poco tan inhóspito paraje.
Y así, poco después de las 16.00 h concluía esta intensa jornada geocachística que tras 120 km en coche y 10,9 km a patita, nos había permitido batir mi record por un caché y encontrar un total de 11 tesoros en una agradable excursión, y con unas condiciones meteorológicas prácticamente ideales para el ejercicio de este juego.
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1 comentario:
Y la crónica del martes!!???!?!?
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