Hoy va a ser el primer gran viaje por carretera (el primero realmente fue por avión a Barcelona) del nuevo receptor que adquirí hace unas semanas de Garmin: un pequeño Etrex Vista HCx que sustituye a un modelo prácticamente igual y que en su día también fue tope de gama: el Vista C. De momento, los mayores problemas que está dando el HCx son que por debajo de una cierta velocidad (entre 3 y 4 km/h), el receptor cree que estamos detenidos, y por tanto, marca 0 km/h, lo cual falsea notablemente los datos de distancias, velocidades medias y tiempos de desplazamiento cuando se lleva a cabo una ruta a pie. En cambio, en coche no hay ningún problema, y en cualquier caso, el proceso posterior de los datos con software tipo OziExplorer permite obtener resultados fiables del recorrido efectuado.
Poco antes de las 7.00 h, ya circulo por la M-30 rumbo a la A-1. A estas horas intempestivas, aún hay poco tráfico y se puede transitar con fluidez por Madrid. A las 7.20 h abandono la A-1 en la salida de Torrelaguna y giro a la izquierda por la N-320 para abordar el primer caché del día: GC15PKK (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=8f780d67-027c-45ea-a2f7-d41bcde19ba9). Este caché es un "hotel" de travel bugs, y lo encuentro sin problemas, tan solo fue algo complicado el giro a la izquierda desde la N-320, para incorporarme a un camino que, debido a la oscuridad, no se veía, y por tanto, tampoco sabría si el acceso a él estaría en condiciones (todo esto envuelto en un tráfico que en ese punto y a esa hora, sí que era ciertamente intenso).
Una vez comienzo a circular por el camino, totalmente a oscuras, y con las luces del coche como única iluminación, veo que la indicación del GPS va reduciendo la distancia hasta que se hace 0 sobre el propio camino. Detengo el coche en ese punto y con el frontal en una mano (sí, ya sé que se debería poner en la cabeza...) y la foto spoiler en la otra, comienzo la búsqueda del caché. Debo reconocer que la circunstancia de nocturnidad y el hecho de que tanto las piedras como la hojarasca que hay en la zona del caché estuviesen húmedos, pues había lloviznado durante la noche, hicieron la búsqueda algo más complicada de lo que realmente y en otras condiciones podría ser. Sin embargo, sin mayores problemas, consigo encontrar el escondrijo y firmar en el libro de registro. Seguramente sea el visitante que más ha madrugado para ver este caché...
Una vez firmado y conseguido hacer un cambio de sentido unos metros más allá de donde se ubica el caché, retorno a la N-320 para tomar de nuevo la A-1 rumbo a Burgos. En la subida a Somosierra decido parar en Robregordo para repostar: queda poco combustible y muchos kilómetros por delante. Todavía es de noche: hasta las 8.10 h no amanecería.
El siguiente hito en mi camino sería el caché GC17BRY (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=569c308a-4a14-4095-8b25-a6ab0b12a948/seek/cache_details.aspx?guid=569c308a-4a14-4095-8b25-a6ab0b12a948), que está en el PK 123 de la A-1, junto a un soberbio toro de Osborne. Este caché es de tipo drive-in, pues se puede llegar con coche hasta el propio toro, si se sabe encontrar el camino adecuado.
Tras la rápida visita y protocolaria firma en este caché, seguí rumbo a Burgos otros cuantos kilómetros más, concretamente hasta el PK 134, donde me salí hacia Valdevacas de Montejo, donde pretendía visitar el caché GC1731 (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=20bf7030-f07d-49a5-ba40-ae07231d8154). Antes de llegar al referido pueblo, se pasa por una zona muy bonita, conocida como el enebral de Hornuez, que queda junto a la ermita homónima.
Pues bien, a la salida de Valdevacas inicié el recorrido off-road siguiendo un track artificial que me llevaría hasta los restos del convento de Casuar, para dejar allí aparcado el coche e iniciar el acceso final al caché. Sin embargo, en este caso no fue posible avanzar más de 1 km, pues me encontré unas barreras que restringían el acceso con vehículo a motor.
Como había otro camino que salía algo antes a la izquierda y que también me serviría para aproximarme hacia el caché, me dirigí hacia él. En este caso se trataba de un camino en peor estado de conservación, pero que permitía circular cómodamente con un turismo normal. Sin embargo, a 1,5 km del inicio de este segundo acceso, me volví a encontrar otra prohibición, en este caso más exhaustiva, pues se hacía extensiva incluso a personas andando. Estaba a 2 km del caché y si hubiera aparcado el coche ahí y hubiese llevado a cabo la ruta, hubiera tardado menos de una hora, con lo cual el riesgo de ser interceptado por algún agente forestal (era un viernes por la mañana y no había nadie por la zona...), era muy bajo. Pero como quiera que no quería correr riesgos innecesarios, decidí respetar la prohibición y volver al punto donde las barreras me habían impedido seguir. En ese lugar estaba a casi 4 km del caché e incluso me planteé ir andando hasta él, pero cuando vi un cartel que indicaba que el tránsito por las sendas y caminos del parque está restringido del 1 de enero al 31 de julio, decidí definitivamente dejar este caché para mejor ocasión y seguir mi viaje rumbo norte.
El siguiente caché estaba situado en el PK 223 de la A-1: GC171J7 (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=271543e8-b429-4436-b279-c5754bda8125) y era otro toro de Osborne. El acceso a este lugar se efectúa desde un pueblo llamado Cogollos, que permite cruzar bajo la A-1 y tomar una especie de camino de servicio que discurre paralelamente a esta vía hacia el norte. Aparqué inicialmente muy próximo al túnel que pasa bajo la A-1, pensando que no podría avanzar mucho más, pues el camino que aparecía paralelo a la A-1 era apto solo para un 4x4. Pero movido por una curiosidad innata en el geocacher, decidí avanzar algo más por el camino, para recibir con grata alegría la sorpresa de que iría dirigiéndose paulatinamente hacia el toro, hasta llegar a pasar solo a 70 m de él. Un poco antes de alcanzar el punto más próximo al caché, me encontré unos geomugglers que estaban trabajando en el camino, haciendo sondeos. Era un equipo compuesto por cuatro vehículos, entre ellos, una excavadora que impedía mi avance. Su conductor la apartó amablemente, invadiendo parte de un sembrado colindante, y gracias a ello pude aproximarme lo máximo al toro.
Cuando llegué al toro y vi que un log decía que había hecho "drive-in" a 15 m del caché, me di cuenta de que había cometido un error de principiante... y era no mirar las indicaciones del GPS, pensando que el caché estaría, al igual que el anterior, en el propio toro. Pero en este caso no era así, y el caché estaba a tan solo 15 m del camino por el que había pasado con el coche. En fin, cosas de la vida... En cualquier caso, como las distancias son muy pequeñas, no fue necesario utilizar el coche para los breves desplazamientos. Firmé y repuse fuerzas momentáneamente antes de volver a partir. Nuevamente, el señor de la excavadora tuvo que apartarla del camino para dejarme salir y de esta forma, retorné a la A-1 rumbo norte hacia Burgos. A esta ciudad llegaría unos minutos después, pues la distancia desde este tercer caché hasta la referida capital de provincia era breve.
Poco después de las 11 AM llegaba a San Martín de Ubierna, que es un pequeño pueblo en la unión de dos carreteras principales: la N-627 y la N-623. La primera empieza aquí y termina en Aguilar de Campoo y la segunda llega hasta Santander. Aparqué el coche en el sitio recomendado y crucé la N-627 por un gran puente que a la vez sirve como canalización del arroyo de Rucios, que sería el gran protagonista de este caché.
Seguí unos metros más paralelo al arroyo hasta un punto en el que se gira a la izquierda, y a partir de ahí desaparece el ruido de la carretera nacional y se abre, tal como define el autor del caché que iba a buscar, un "pequeño paraíso": GC12YW9 (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=da5d7c1a-1b1b-44a0-8033-f95cd2fa3668).
En el camino hacia el caché se cruza varias veces el arroyo antedicho. En invierno y con la pertinaz sequía que estamos padeciendo, no hay ningún problema, pero habiéndose producido lluvias intensas o en una época de marcado deshielo, las cosas pueden ser bien diferentes.
De esta forma, progresando por un bonito valle, jalonado por marcados paredones calizos en los que los estratos buzan con caprichosas formas e inclinaciones inverosímiles, iba reduciendo la distancia al caché. Su ubicación final es ligeramente comprometida, al hallarse a media ladera, en una zona muy inclinada y en la que conviene extremar las precauciones en caso de que haya llovido o el suelo se encuentre resbaladizo. Por supuesto, con nieve seguramente resulte imposible acceder al lugar. Ello unido al hecho de que el caché se encontraba en una grieta a cierta altura del suelo (superior a mi estatura, por supuesto...), hizo que tuviese que emplearme a fondo para alcanzar el contenedor sin poner en riesgo su integridad física ni la mía.
Una vez atrapado el recipiente, procedo a firmar y realizar protocolario intercambio de objetos, desando mi camino hasta el coche con la sensación de haber descubierto, como decía IsidoroAmeno, otro "pequeño paraíso", y en definitiva, una obra maestra del geocaching.
Mi siguiente parada (y quinta del día) está en un bonito pueblo que se llama Valdelateja. Se accede a él desde la N-623 y cuando se ve el pueblo desde la referida carretera ya se intuye que la visita merecerá mucho la pena. Valdelateja es un pequeño lugar que está al final de una carretera sin salida. Sus construcciones y edificios están muy cuidados y la belleza del conjunto, así como del paisaje, unida a la oferta de alojamiento, hacen que sea muy razonable pensar en dejarse caer un fin de semana por estas tierras de Dios.
El pueblo está tan cuidado que no se permite el acceso en coche, salvo para los vecinos y servicios, que cuentan con un pequeño aparcamiento propio. Las visitas, como era mi caso, deben dejar los coches en una gran explanada antes de la entrada del pueblo.
El caché que ahora me disponía a visitar, GCM6WN (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=c3d3c554-9e20-4bf1-a687-9dd1eda8b9e6) se encontraba en la parte superior de un cerro testigo, cuyas paredes terminales son de una verticalidad extrema. Dicho cerro se halla tan próximo al pueblo que la vista de este desde aquel es casi como una fotografía aérea tomada desde un avión con fines cartográficos.
La subida hasta el cerro no presenta ninguna dificultad excepto la de lo inclinado de la senda por la que discurre, si bien, al hacerlo en gran parte por una umbría, hace que el esfuerzo sea más llevadero. A pocos minutos se llega a un bonito collado (a 776 m de altitud), donde existen restos de una ermita junto al cementerio del pueblo. No quiero imaginarme la tortura que debe de ser transportar al fallecido hasta este lugar, puesto que a la vista de la cartografía de la zona, no existe otro acceso aparte de la empinada senda que llega hasta aquí, y por ella, era técnicamente imposible subir en un automóvil incluso 4x4.
De Valdelateja olvidaba decir que es un pueblo dispuesto en dos barrios que quedan separados por el río Rudrón, 1 km antes de unirse con el Ebro, razón por la cual en este punto cuenta con gran caudal.
Volviendo al camino hacia el caché, desde el cementerio hasta él, la distancia es pequeña y digamos que lo peor ya ha pasado. Había leído los logs de visitantes anteriores y muchos de ellos coincidían en señalar que el acceso al caché era complicado y no estaba a la altura de cualquiera. Efectivamente, así es. Pero a poco que se adopten unas ciertas precauciones y se cuente con la foto spoiler, es fácil alcanzar el escondrijo final.
Una vez firmado y procedido al intercambio, seguí subiendo hasta lo más alto del cerro, donde se ubica la ermita de Santa Centola y Santa Elena. Arriba del todo encontré una pareja que debían de haber subido poco antes de llegar yo. Desde la cima, las vistas 360º a la redonda son, sencillamente, soberbias, y como no podía ser de otra forma, no pude dejar de inmortalizarlas con numerosas fotos.
De nuevo en la carretera N-623, sigo rumbo norte hasta las inmediaciones de Santander. Me dirijo ahora a la visita de GC17944 (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=1bb4f6f5-eaaa-4c12-8d66-144b57c5a200). El acceso a este caché se efectúa desde un lugar llamado Santa Marina. ¿Cuántos lugares en España habrá con este nombre? Deberían promulgar un decreto por el que dos aldeas, pueblos o ciudades no pudieran tener el mismo nombre... El caché en cuestión se encuentra dentro del Monte de Vizmay, cuya altitud máxima está en el vértice Lechino (247 m). El caché está en un collado a las faldas del referido vértice. El GPS, a través de la cartografía de Metroguide v. 9, me pedía acceder a Santa Marina desde el PK 197,6 de la N-634, y así lo hice, hasta que avanzados unos metros, la carretera estrecha se convertía en un camino de tierra. Dado que había un señor trabajando en las inmediaciones de este punto, y como quiera que el camino tenía "mal pelaje", le pregunté si podía seguir por allí hasta Santa Marina y sin dudarlo, me dijo que no.
Me dio una serie de indicaciones para llegar al pueblo accediendo por Entrambasaguas, pero como eran tan complicadas de interpretar, decidí decirle que sí a todo, hasta que terminó, y dejé en manos de la cartografía del GPS el nuevo redireccionamiento hasta el pueblo. Al final resultó sencillo, era cuestión de bordear el Monte de Vizmay por el este y el sur, hasta acceder al pueblo por una estrecha carreterilla. En la cartografía 1/25.000 he visto que hay bastantes palacios por esa zona.
Al llegar a Santa Marina en coche, me recibe una comitiva de perros callejeros que con sus ladridos intentan infundirme un temor que se esfuma en cuanto detengo el coche y veo que misteriosamente todos los perros han desaparecido... Aparco junto a una huerta que estaba siendo cultivada en ese momento por un aborigen, al que le pido permiso para dejar el coche momentáneamente mientras "doy un paseo por el monte". Una vez obtenidas las bendiciones del lugareño, me interno en una especie de bosque selvático que me lleva por una senda preciosa y dejada casi al abandono hasta un lugar mágico donde en una especie de cubeta a modo de dolina contemplo un precioso pináculo pétreo que parece más un paisaje de ensueño que otra cosa.
Tras tomar algunas fotos sigo mi camino hacia el caché, que encuentro sin mayores problemas que las de apartar maleza, ramaje y zarzas que lo protegen en una oquedad del terreno donde quedaba escondido convenientemente.
Finalmente, retorno de nuevo al coche y como me moría de curiosidad por saber qué hubiera pasado si hubiese seguido el camino por el que intenté acceder a Santa Marina en primera instancia, decido tomarlo por su extremo opuesto, es decir, desde Santa Marina. Al principio se trata de un camino estrecho, con firme de gravilla, que discurre en el interior de un bosque precioso. Sin embargo, conforme pasa la distancia, el camino se va tornando cada vez más estrecho, hasta que llega un punto en el que no puedo seguir avanzando. En este lugar tampoco es posible efectuar un cambio de sentido, así que me veo obligado a retroceder 200 m marcha atrás en un sitio bastante estrecho y con algunos obstáculos añadidos, como un pequeño barranco a uno de los lados y algunos bloques de piedras por el otro lado. Llego a un cruce donde ya por fin puedo hacer el cambio de sentido y procedo a desandar el viaje hasta Santa Marina en busca del último caché del día.
En esta ocasión, mis pasos se dirigen hacia el monte de Peña Cabarga, donde en su cima, a 566 m de altitud, se esconde este caché: GCM11B (http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=73f52459-9a13-4c55-8a4f-42c2a5f705f0). El acceso al cerro, donde están ubicadas numerosas antenas y un bonito mirador, se efectúa por una carretera vecinal con un firme exquisitamente cuidado y que en algún tramo llega a tener más del 15% de inclinación. Observo que en la subida, con el acelerador a fondo en 3ª velocidad, el GPS indica que voy ascendiendo a razón de 150 m/min. Un valor normal para una excursión a pie sería de 8 a 12 m/min. En bicicleta, tampoco suelen alcanzarse valores mucho mayores.
Ya arriba resuelvo con éxito la pregunta que era necesaria conocer para dar con las coordenadas finales y tras algún pequeño despiste por hacer demasiado caso al GPS, doy con el caché sin mayores problemas.
Las vistas de Santander y su bahía desde un cerro tan alto y tan próximo son alucinantes. Tan solo están ligeramente desmerecidas por una pequeña calima que dificulta la visión a más de 15 km.
Desde este caché me dirijo directamente al hotel de Santander donde nos alojaríamos este fin de semana y que está en la zona del Sardinero, junto al Casino. Allí, tras un breve descanso y aseo, y ya a patita, doy un paseo de unos 2,5 km que me lleva hasta el centro de Santander, para reunirme con María. Después de los 17 km que he recorrido a lo largo del día, es natural que al poco tiempo, empiece a asaltarme un hambre atroz, que es saciada más atrozmente con una ingente cena que tomamos en un bonito y céntrico restaurante.Han sido más de 500 km y siete cachés, en un día que empezaba muchas horas antes... Toda una aventura!
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